viernes, 4 de mayo de 2012

Discurso de Martín Sabbatella en el Congreso por YPF

Señor presidente:

Adelanto el voto afirmativo al dictamen de mayoría recaído en la proyecto de ley que estamos considerando, como ya lo señalaran distintos compañeros de la bancada de Nuevo Encuentro. Lo hago con profunda alegría y mucho entusiasmo. Estamos plenamente contentos en esta jornada histórica que se está llevando a cabo en el Parlamento argentino. Es un día histórico como también lo fue la jornada en que se debatió en el Senado. Asimismo, es un homenaje profundo a los hombres y mujeres, a los jóvenes, que lucharon y resistieron el modelo neoliberal que tanto daño causó a nuestra patria. Este homenaje se simboliza, por supuesto, en la presencia de Hebe de Bonafini, nuestra querida madre de Plaza de Mayo, monumento a la dignidad y a la resistencia. (Aplausos.)

El 16 de abril, día en que la presidenta de la Nación con mucho coraje, decisión y compromiso anunció este proyecto, se convirtió en una jornada histórica, llena de simbología, de compromisos soberanos, de patriotismo, de mirada estratégica de lo que necesita nuestro país, y de una decisión profunda en función de los intereses de la Nación y de nuestro pueblo. Por eso estamos aquí hoy, contentos de debatir este proyecto y a pocas horas de que se convierta en ley. La iniciativa constituye la ratificación del rumbo inaugurado en el año 2003 por Néstor Kirchner y de la decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de profundizar este camino e ir con toda la fuerza por lo que falta.

Todo esto emociona, convoca, y hace que esta militancia nacional, popular y democrática esté festejando en las barras. Además, es un proyecto relacionado con rasgos de identidad constitutivos de lo que inició la Argentina en el año 2003, y con la recuperación del rol del Estado. Se trata de volver volver a poner al Estado como garante de la construcción de una sociedad con derechos.

Esto también tiene que ver con la recuperación del valor de lo público, sintiéndolo de todos y de todas, y no de nadie, como quiso hacernos creer ese modelo neoliberal, ese pensamiento único. Por eso hay semejante entusiasmo. Todos sabemos que la Argentina creció a un promedio del 7,7 por ciento durante estos años, con inclusión, desarrollo, mayor equidad y justicia social. No me refiero a un crecimiento macro, de números generales, que no impacta en la vida cotidiana de nuestra gente; éste es un crecimiento que se vive, y vibra y late en cada una de las barriadas populares de nuestra Patria.

Ese crecimiento se ve en los cinco millones de compatriotas que hoy tienen trabajo; en la caída, en 15 puntos, del empleo no registrado; en la reducción drástica y profunda de la pobreza y la indigencia, más allá de los indicadores que cada uno quiera utilizar. Un crecimiento que vibra en la cobertura previsional de la casi totalidad de nuestros adultos mayores; en el aumento del haber jubilatorio en alrededor del 900 por ciento; en la asignación por hijo, que ‑todos sabemos‑ ha tenido un gran impacto en nuestras barriadas populares; en la ampliación de esa asignación para las mujeres embarazadas. En definitiva, señor presidente, estoy refiriéndome al crecimiento que permitió el consumo popular en el mercado interno como motor de ese círculo virtuoso de consumo, producción y empleo.

Este es el modelo del desendeudamiento, que nos permitió descender a un tercio una deuda que representaba el 156 por ciento del producto, y además, posibilitó que nos sacáramos de encima esa presión permanente que existía sobre la Argentina de parte de organismos multilaterales que apuntaban a que la dirigencia política tomara las decisiones en otro lado y no acá. Por eso, la decisión del desendeudamiento también se relaciona con el hecho de que desde el 25 de mayo de 2003 las decisiones se toman en la Casa de Gobierno y no en otro lugar. (Aplausos.)

Esto es lo que estamos debatiendo: este modelo que permitió construir una nueva matriz productiva y distributiva más justa y aumentar las exportaciones, cuyo 35 por ciento corresponde a productos manufacturados. Nadie puede negar –todos lo sabemos‑ que la Argentina viene creciendo, pero para ello se necesita más energía. A eso apunta este proyecto, a recuperar el rol del Estado como garante de que esos recursos energéticos estén al servicio de la Patria y no en función de intereses de una empresa, sea cual fuere.

En estos dos días se han dado muchísimos datos. No voy a repetir la cantidad de cifras que se brindó aquí, que con mucha certeza demostraron el vaciamiento, la desinversión y la falta de producción de parte de Repsol, por lo que sólo citaré el siguiente dato. En 2011, en momentos en que la Argentina registraba el pico de importaciones, la empresa tenía un pico de ventas. Así, se demuestra claramente cuál fue su objetivo. Exhibían un pico de ventas porque segmentaban al mercado priorizando los productos “premium”.

Obviamente, ellos tenían el objetivo de maximizar sus ganancias y obtener utilidades y dividendos para ser girados al exterior. Por tal razón, necesitamos que el Estado intervenga, pues es el único garante de poner esos intereses al servicio del pueblo. Esto es lo que hoy debatimos. Por otra parte, quiero aludir muy brevemente a algo que acá se ha dicho, que no es cierto. No es verdad que nada se haya hecho en política energética hasta el día de hoy. La realidad indica que en 2003 la demanda de energía eléctrica fue de 14.350 megavatios, y en 2011 ascendió a 21.000 megavatios.

En ese sentido el crecimiento de la potencia instalada fue acompañando el crecimiento de esa demanda, y de 17.900 megavatios en 2003 pasamos a 26.000 en 2011. Nadie puede ocultar que este es el gobierno que inauguró Yacyretá, después de cuatro décadas de escándalos y frustraciones. También se dijo acá “¿Por qué esto no se hizo antes?” Yo creo que los procesos políticos, sociales e históricos son eso: procesos políticos, sociales e históricos. Esos procesos avanzan sobre los pasos que se van dando. Y son esos pasos los que permiten dar los próximos. Eso es lo que vive la Argentina desde 2003 en adelante.

Todos sabemos que hasta hace siete meses en este Parlamento los distintos sectores que pertenecemos al mundo oficialista, al del gobierno nacional, al movimiento que lidera la actual presidenta de la Nación, no podíamos aprobar siquiera el presupuesto nacional. ¡Y preguntan por qué no se hizo antes! (Aplausos en las bancas y en las galerías.)

La verdad es que recién ahora, a partir de la decisión soberana del pueblo el año pasado con el 54 por ciento de los votos, que ratificó el rumbo de la Argentina, este camino y el liderazgo de Cristina, que al mismo tiempo construyó nuevas mayorías parlamentarias para poner a este Congreso de la Nación en sintonía con el rumbo que vive el país, pudimos debatir una cantidad de leyes que son las que hemos venido tratando en este Parlamento. Por eso se trata de un momento histórico que tiene que ver con el consenso que esta propuesta tiene en la población.

Es una propuesta para una profunda transformación, para la recuperación de la soberanía energética y que tiene un profundo contenido nacional y popular. Es una medida ampliamente acompañada por la población y eso se refleja también en el Parlamento nacional. Así como en el Senado, también se refleja hoy en esta Cámara de Diputados.

El dato político importante que tiene este proyecto es que ha construido una inmensa mayoría, que rompió las fronteras de muchos sectores políticos; una inmensa mayoría que interpeló y convocó a muchísimos compañeros y compañeras de distintos sectores del campo nacional, popular y democrático de la Argentina.

Este es un dato importante. No sólo nosotros estamos acompañando este proyecto; no sólo desde el mundo oficialista estamos bancando este proyecto. También hay otros sectores que tienen miradas distintas a la nuestra respecto de la coyuntura, pero dialogando con su propia historia encuentran en sus rasgos de identidad fundante los motivos para acompañar esta propuesta porque tiene que ver con los intereses de la Nación.

Es un dato sumamente importante que describe el momento de este país y la importancia de este proyecto. Para finalizar, quiero ratificar que estamos en un momento histórico extraordinario, no sólo de la Argentina sino también de esa patria grande que soñaban nuestros próceres: San Martín, Bolívar, O’Higgins, Artigas y muchos otros y otras. Es un momento extraordinario porque la Argentina volvió a nacer y recuperar el rumbo.

A partir del 2003 empezó a recorrer un camino que construye un nuevo paradigma y deja atrás el pensamiento único del modelo neoliberal y del Consenso de Washington, a la par de los pueblos de América del Sur, recuperando la centralidad de la política y la militancia, convocando como hizo Néstor Kirchner desde el primer día a recuperar el valor de la política como herramienta de transformación y cambio y el valor de la militancia; a que la política y la militancia interpelen al poder, corran los límites de lo posible y logren construir sueños colectivos. La política volvió a enamorar en la Argentina, y eso es lo que está sucediendo. (Aplausos en las bancas y en las galerías.)

Estamos convencidos de que este proyecto tiene que ver con los intereses de todos los argentinos y argentinas, y lo acompañamos y lo apoyamos convencidos de su importancia. Estamos constituyendo una democracia del pueblo, y para el pueblo, y no de las corporaciones.

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